miércoles, 30 de diciembre de 2009

La relación de enfermedades fingidas por quienes se encuentran de baja laboral es muy extensa. Así, según fuentes del INSS, a las enfermedades comunes tales como bronquitis, catarros, gripe, se unen otras también frecuentes como las lumbalgias o los dolores en distintas partes del cuerpo (cervicalgia) y una amplia panoplia de contusiones.

También las afecciones psíquicas, como la depresión, es muy frecuente que sean utilizadas para conseguir una baja laboral. En este último caso, es muy difícil comprobar que el sujeto no padece ningún trastorno, a no ser que sea detectado trabajando.

«Las bajas fraudulentas suponen una situación enquistada en nuestro mercado laboral y conforme pasa el tiempo aparecen nuevas enfermedades de las que echar mano, como son el estrés o la misma depresión»

martes, 29 de diciembre de 2009

El mayor absentismo se da entre hombres jóvenes y poco preparados


La crisis acaba con las excusas

La crisis ha tenido un efecto inmediato sobre el absentismo laboral. Si en los últimos años de crecimiento económico el absentismo había aumentado considerablemente hasta alcanzar 32,14 casos por cada mil habitantes, en los dos últimos años marcados por la crisis la tasa de absentismo se ha reducido en más de cinco puntos y ha pasado de ser de 26,9 casos por mil habitantes.


El absentismo por enfermedad ha disminudio y las ausencias no justificadas prácticamente han desaparecido al reducirse en un 90% en el 2009, según un estudio elaborado por la empresa de trabajo temporal Randstad. El informe concluye que en España se pierden anualmente más de 60 horas laborales por trabajador, lo que supone un coste de unos 2.000 millones de euros anuales a las empresas, la Seguridad Social y las mutuas. "Los empleados, ante el temor de perder su trabajo, han disminuído al mínimo sus ausencias y el absentismo se ha mitigado a la mínima expresión, sólo motivado por incapacidad temporal o accidentes laborales", aseguran los autores.


El estudio elaborado por Randstad desmonta el tópico de que la mujer presenta el mayor grado de absentismo al elaboral el perfil más frecuente. El absentista tipo es un hombre joven -sobre los 28 años-, poco cualificado y que trabaja en el sector industrial.


En cuanto a los sectores en los que más se ha reducido el absentismo por la crisis, destacan la alimentación y la logística, en los que ha bajado del 9% hasta cerca del 3%. En sectores con perfiles más cualificados, como el audiovisual o el financiero, esta reducción no ha sido tan drástica, porque el perfil del empleado es de más alta cualificación. Aquí se mantienen en niveles bajos, pero similares a los de hace un año.

lunes, 21 de diciembre de 2009

martes, 15 de diciembre de 2009


La “Baja por Depresión” se incrementa en el mercado laboral. Su reconocida gravedad ha dado pie al fraude.


Basta introducir las palabras “Baja por depresión” en el buscador de Internet para comprobar que, en la vida laboral, enfermedad y engaño van en muchas ocasiones de la mano dentro del eterno conflicto entre empresa y trabajador.

La búsqueda nos remite a webs y chats donde podemos encontrar detodo: desde testimonios de personas que estuvieron a punto de suicidarse por una depresión que tuvo su origen en el estrés laboral, hasta consejos sobre cómo conseguir fácilmente una baja por depresión para “fastidiar” a la empresa. Son dos casos opuestos y ambos forman parte de la realidad que hoy abordamos. Hasta hace relativamente pocos años, determinadas enfermedades prácticamente“ no existían”.

El estrés laboral, la depresión, el acoso laboral o “mobbing” seguramente se producían, pero no formaban parte oficialmente de los posibles males del trabajador, ni mucho menos eran causa suficiente para solicitar una baja laboral. Hoy sí lo son, prueba del avance de nuestra sociedad en las últimas décadas, tanto en el reconocimiento de los derechos de los trabajadores como, y no menos importante, en el reconocimiento de la importancia y gravedad que pueden tener determinadas enfermedades con un importante componente psicológico.

Y con el reconocimiento también se abre la puerta a quienes no tienen escrúpulos en aprovecharse de forma perniciosa y fraudulenta de la concienciación social ante determinado tipo de enfermedades. Es decir, entre quienes solicitan y obtienen una baja por depresión existe un importante número de “cuentistas” que, además de cometer un fraude, están haciendo flaco favor a quienes sí padecen la enfermedad.

Diferentes estudios y estadísticas coinciden en subrayar que aproximadamente la mitad de las bajas por depresión no tienen un fundamento clínico consistente, es decir, no son tales depresiones.

La dificultad para determinar la gravedad del estado anímico o psicológico de una persona es importante, y aún más difícil resulta determinar cómo puede afectar ese estado a sus facultades para cumplir con su trabajo y, por tanto, si es conveniente o no dictaminar una baja laboral por depresión.

La normativa vigente contempla hasta 18 meses posibles de baja por depresión previo dictamen médico, con todo lo que implica. Si la enfermedad existe como tal, parece justo, pero el problema surge cuando la picaresca se torna en fraude y un número importante de trabajadores comienza a padecer “depresiones ficticias” para vivir del cuento, o como medio de presión a su empresa para conseguir determinados objetivos. La empresa sigue pagando por el trabajador y, además, necesita contratar alguien que supla su ausencia, en muchos casos a sabiendas de que la supuesta depresión no existe.

 Por ilustrar casos de este tipo, resulta escandaloso contemplar cómo, en diferentes foros de Internet, los consejos ofrecidos son del tipo “solo tienes que echarle un poco de teatro delante del médico”, “bastará con que le digas que no duermes, que te pasas el día llorando y que no tienes ganas de nada”. Y lo siguiente es afirmar que “los médicos no se niegan si eres convincente”. Triste, pero cierto.

La papeleta del médico de cabecera

Si el médico tiene claro el diagnóstico, no hay problema pero… ¿qué pasa si hay dudas? Es lógico que ante la duda el médico dictamine la baja indefinida, ya que lo contrario podría suponer (en caso de error) una gravísima responsabilidad. Y pasar por un tribunal médico para detectar el presunto fraude no es algo que se consiga de un día para otro.

Además, en este tipo de casos, el tratamiento recomendable no es el habitual de “guardar reposo” o “permanecer en cama”, sino que conlleva pautas tales como “procure salir a intentar divertirse” o“ intente romper su rutina” que dan pie a que quienes “fingen” la enfermedad y engañan al médico puedan llevar una vida completamente normal y hasta divertida “por prescripción médica”.

Un efecto muy pernicioso de estos comportamientos es que, cuando se produce una tendencia fraudulenta en un terreno tan delicado, suele suceder que pagan justos por pecadores. Así, tiende a sospecharse que todo el que pide baja por depresión puede ser un cuentista, cuando no es cierto. La depresión tiene grados de mucha gravedad, que pueden llevar incluso al suicidio en los peores casos, y los médicos de cabecera, que no son precisamente especialistas en la materia, no se atreven a negar a un paciente la baja cuando asegura estar deprimido por miedo a cometer un error de diagnóstico que tenga consecuencias irreversibles.
Así las cosas, son las empresas quienes intentan poner freno al fraude con las posibilidades que encuentran a su alcance.

¿Cómo combatir el fraude?

Los abogados laboralistas están cansados de toparse con casos flagrantes de gente que pide la baja en el trabajo para negociar un despido y dedicarse a otra actividad que, en algunos casos, comienzan a ejercer durante el periodo en el que están de baja. Los más atrevidos incluso osan amenazar al empresario con “pedir una baja por depresión” si no acceden a sus propósitos.

Esta es una realidad palpable, que está ahí, y que se debe atajar de alguna forma para evitar que la defensa de los derechos del trabajador deje indefenso al empresario, básicamente porque eso puede generar un recelo entre los propios empresarios que acabe perjudicando a los trabajadores, con lo que de nuevo pagarían justos por pecadores. Si obtener una baja por depresión implicase un ingreso hospitalario o clínico hasta dictaminar el alcance de la enfermedad, o pasar por pruebas psicológicas y psiquiátricas capaces de ofrecer un diagnóstico seguro, probablemente quienes cometen el “fraude” se lo pensarían dos veces. Pero la realidad es que la saturación de la Sanidad Pública dificulta adoptar medidas de este tipo.

Así, la única forma que tiene la empresa de intentar detectar el presunto fraude es controlar el caso a través de la mutua contratada, lo que es posible a partir de los 15 días de baja. Si detectan anomalía pueden enviar informes contrarios al médico de cabecera para conseguir que dé el alta al trabajador. Si la baja se prolonga durante un año, el trabajador deberá pasar un tribunal médico. Sin embargo, estos procesos son lentos, complejos y, en muchos casos, inservibles.




MOTIVACIÓN

Golfos y sinvergüenzas hay y siempre habrá, pero en términos generales siempre suele haber dos caras de una misma moneda. Y la otra cara del problema que hoy abordamos es que también hay casos en que los trabajadores utilizan esa “supuesta depresión” como una herramienta de rebeldía y protesta ante las muchas injusticias y represiones que pueden recibir por parte del empresario. Parece difícil que un trabajador serio pague con un fraude tan rastrero a un empresario respetuoso con su trabajo. El problema que genera esta disfunción, este fraude, es que ni todos los empresarios son respetuosos con los trabajadores… ni todos los trabajadores son serios.

Son dos patas de una misma mesa, dos caras de un mismo problema que requiere soluciones. Porque tan defendibles son los derechos del trabajador cuando no recibe un trato digno en su puesto de trabajo, como los derechos del empresario cuando se topa con un trabajador indigno.

A TENER EN CUENTA

• Entre quienes solicitan y obtienen una baja por depresión existe un importante número de “cuentistas” que, además de cometer un fraude, están haciendo flaco favor a quienes sí padecen la enfermedad.

• La normativa vigente contempla hasta 18 meses posibles de baja por depresión.
• En diferentes foros de Internet se dan consejos sobre como conseguir una baja por depresión de forma fraudulenta.

MIRADA CAPCIOSA

• La picaresca ha existido, existe y existirá a lo largo de los tiempos, y seguirá estando relativamente bien vista por nuestra sociedad típicamente española más que europea.

Otra cosa es cuando sobrepasas ciertos límites para convertirse en fraude.

•¿Quién no se ha puesto malo repentinamente justo el día que la selección española juega en horario laboral? Niños y mayores han padecido fiebres repentinas que les han forzado, contra su voluntad, a faltar al colegio y al trabajo quedándose en casa a ver el partido. Este formaría parte de la picaresca “tolerable” e incluso, por qué no decirlo, hasta bien vista en nuestro país.

• Ahora bien: ¡CUIDADO! De ahí a fingir una baja por depresión para vivir del cuento va un abismo. Eso no es picaresca, es un fraude en toda regla que merece ser perseguido y castigado.